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3.4.11

Habla la Tierra

uando canta Mercedes habla la Tierra. Quiso ella llevársela y en su abrazo fraterno y grato descansa su dulce voz que tanto y tan bien le cantó. Evidentemente hablo de la única e irrepetible Mercedes Sosa. Que sea este mi humilde y extemporáneo homenaje póstumo a la garganta mayor de nuestra América.

Escuchando su último trabajo -su bellísimo canto de cisne, bautizado con una sobriedad de funeral que raya en lo premonitorio- y revisando la lista de colaboradores, esbozamos una idea de la dimensión de su figura en el medio latinoamericano. No es sólo una gran voz -porque grandes voces he encontrado hasta en ciertos cobradores de bus- es una conciencia correcta y tranquila que cuando canta duerme el sueño de los justos por saberse limpia del barro que tanta encrucijada su vida le tendió. Es la voz que nunca erró una nota, ni en lo social, ni en lo político, ni en la fidelidad al ser humano; camino resbaloso que a tantos hizo patinar. Es la voz que supo distinguir justos de pecadores y convertirse en la canción de cuna que arrulló los sueños libres de los primeros. Nada más que una trayectoria como ésta, inmaculada, otorga a alguien el poder de convocatoria necesario para poner en marcha una empresa de fantasía como la que Mercedes armó.

Son los dos volúmenes de Cantora un homenaje justísimo a ella misma. Se delata desde el título. Haciendo una cuidadosa selección del cancionero preparó dos discos con la crème de la crème de la canción hispanoamericana. Como siempre, fiel a su apertura a los géneros musicales populares -populares en el sentido de pueblo, de pertenencia a cierto grupo social, no de pop, de silicona y putifaldas- incorporó en su disco a artistas que sería difícil de imaginarlos junto a una voz tan académicamente aceptada como la suya, pero que comparten –muy a su manera, claro está- ese grito de reivindicación que lleva la marca registrada de Mercedes Sosa. Léase Calle 13 y Gustavo Cordera de la Bersuit. Pero al no tratarse de un trabajo de experimentación y siendo la cumbre de una carrera estelar, lo autorizan con su presencia artistas de trayectorias también estelares y oímos por ahí, entre otros muchos, a Joan Manuel Serrat y Caetano Veloso. En el documental consta de fragmentos de la grabación en estudio de cada canción. El respeto y la devoción que muestran todos los músicos colaboradores hacia Mercedes, ella se los paga con esa inmensa humildad que no la abandonó jamás. Qué regalo maravilloso es ver en los ojos de una figura consagrada el nerviosismo, el miedo, la alegría y el placer de un novato, que nos demuestran que la rutina y el tedio no siempre ganan la batalla que da el tiempo.

Por ser este un disco para escucharlo con la piel erizada y con los ojos con pronóstico de lluvias, como si fuera la misma Negra que nos lo cantara a las espaldas. Porque saber decir adiós es tal vez el don más difícil e importante, y porque la Negra lo poseía. Por la inocencia de la que puede jactarse tu perseverancia, y por predicar ese principio con el ejemplo.  Por esto y por tanto, mucha gracias mi Negra.

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