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obstinadamente el blog menos leído del internet

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31.7.10

El gay David


o es secreto para nadie que en el mundo antiguo, me refiero al anterior a la aparición del catolicismo como tal, la bisexualidad se vivía de forma plena y abierta, sin pudores, y hasta constituía un distintivo de clase. En la antigua Grecia eran solo los pudientes quienes podían convertirse en erastés y costearse un jovencito erómeno. Para más ejemplos esclarecedores sobre la difusión de la homosexualidad basta ojear cualquier obra del Marqués de Sade. El principal responsable de la satanización de la sexualidad en general, y con mayor ahínco de la homosexualidad, fue la Iglesia Católica. En la zona de Medio Oriente, los descendientes de Abraham no eran extraños a esta libertad sexual. Lo explícito de las prohibiciones y el número de las mismas que en la Biblia impone Yavé con referencia al encuentro sexual entre individuos del mismo género, nos dan una idea de lo difundido de esta práctica. El caso más conocido es el de Sodoma, ciudad en la cual sus habitantes intentaron violar a los enviados de Yavé en la casa de Lot. Una historia idéntica se repite en la ciudad de Guibea, con un levita que va de paso por la ciudad (Jueces 19). Estos dos son casos explícitos, pecaminosos según el dogma, y se los podría considerar impropios para las “sagradas escrituras”, pero es claro que el Vaticano las ha dejado ahí a lo largo de todas sus revisiones de la Biblia para desmotivar este tipo de conductas. Pero hay un caso de homosexualidad que se presenta de forma velada, con toda la intención de que pase desapercibido, e involucra al que tal vez sea la figura máxima del Antiguo Testamento.
En aquel tiempo en Israel había un rey, Saúl, ungido por el sacerdote Samuel por orden directa de Yavé, que a su vez obedecía el mandato de su pueblo que le pedía un hombre para ocupar esa dignidad. Samuel se mostró contrario a esta exigencia por considerarla una afrenta a la autoridad divina, pero intervino Yavé y aplacó su ánimo prometiéndole terribles castigos para Israel con el nombramiento de Saúl. El rey fue al principio un favorecido de los cielos, pero estos; fieles a su costumbre de hacer caer a los mortales para luego castigarlos por eso mismo; lo hicieron desobedecer una de sus órdenes (1 Samuel 15). Con esto Saúl cayó en desgracia ante la deidad y esta le anunció la llegada de su sucesor. Se comunicó con Samuel y le indicó quién debía ser el nuevo líder de las huestes de Israel. El favorecido fue un pastor de ovejas, el menor de los hijos de Jesé, natural de Belén. Se llamaba David, famoso luego por vencer al gigante filisteo Goliat. Atraído por este nombre que se iba forjando David, Jonatán, el hijo de Saúl, se acercó a él y “comenzó a quererlo como a sí mismo” (1 Samuel 18:1). Si uno compara esta relación de “amistad”, que ha sido llamada platónica por la Iglesia, con las otras de la Biblia va a notar que la familiaridad del trato de los personajes no es habitual. A la sociedad israelita de aquel entonces se la nota más bien parca y distante en su trato, además de sumamente verticalizada. Pero entre David y Jonatán se nota una devoción anormal, que hace al futuro rey cantarle a su amigo lo siguiente, cuando se entera de su muerte: “…tu amistad era para mí más maravilloso que el amor de las mujeres.” (2 Samuel 1:26). (En algunas traducciones leí que en vez de la palabra amistad usan la palabra amor). Pero el pasaje más comprometedor se encuentra en el primer libro de Samuel. Saúl, advertido del peligro que constituía David para su reinado, comienza a perseguirlo y asediarlo. Jonatán descubre las maquinaciones de su padre y se preocupa por la integridad de su amigo, así que corre a avisarle. David huye y se esconde en diferentes ciudades del país. Cuando Jonatán vuelve a interceder por la vida de David su padre explota y le suelta lo siguiente:
“¡Hijo de mujer perdida! ¿Acaso no sé yo que prefieres al hijo de Jesé para confusión tuya y vergüenza de tu perdida madre?” (1 Samuel 20:30)
¿Hijo de mujer perdida? ¿Para confusión tuya y vergüenza de tu madre? Hay que notar que el comportamiento de Jonatán hasta ese entonces era intachable y que no había cometido, abiertamente, ninguna falta que pudiera manchar de vergüenza a su madre. Otro aspecto importante en la cultura israelita era la fatalidad del destino impuesto por Yavé y los castigos que este repartía a la descendencia de los pecadores. Siendo la madre de Jonatán una “mujer perdida” no sería extraño que Yavé la hubiera “castigado” con un hijo homosexual, orientación que era toda una afrenta para las nuevas leyes de Israel. Al decir “confusión tuya”, estaría dando a entender que Jonatán equivoca el camino, que se decanta por las antiguas leyes de los dioses de antaño que eran más liberales en materia sexual que aquellas que Yavé estableció en el Levítico y el Deuteronomio. En tiempos antiguos era habitual que la subordinación militar se tradujera también en subordinación sexual, y era normal que un general tuviese entre sus inferiores a su amante o amado. De hecho, hay teorías que dicen que la palabra esclavo en la Biblia ha sido mal traducida a propósito, restándole las connotaciones de sumisión sexual que traía consigo. David, como general máximo de las tropas de Israel, tenía bajo su mando a Jonatán.
Según el dogma David es el esbozo de lo que será Jesús en el Nuevo Testamento. Es el Rey de Israel por excelencia, nacido en Belén y antecesor directo de Jesús, el Rey de toda la Humanidad. Los deslices de David fueron sistemáticamente ignorados por la doctrina y, en la Biblia, por Yavé. Cualquiera que la haya leído puede dar fe de que (con música de Cerati de fondo “…sé que Dios es bipolar…”) Yavé cambia de genio como en Ecuador cambiamos de presidente. Por afrentas similares contra sus leyes destruyó Sodoma, Gomorra e hizo que cayera Guibea, mientras que David goza del favor de toda la cristiandad. Cabe decir además que es un símbolo entre la colectividad cristiana gay, que es grande. Como diría Manuel Calisto en la película Cuando me toque a mí: hasta para entrar al cielo se necesitan palancas.
Amén.

11.7.10

Al sur de la frontera: la historia de un gringo enamorado

Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar.
Eduardo Galeano


uando salí de la sala tenía dentro de mí un torbellino. En parte por las poderosas cervezas de 8º de alcohol cada una y además por lo azaroso del tema, no tenía ganas de comentar la película si no de gritarla. Si vas al cine y al salir de la función se inicia un debate sobre lo visto, es porque el director ha logrado su objetivo. Yo salía de ver “Al sur de la frontera” del izquierdoide Oliver Stone, y había, como nunca antes, campo fértil para la discusión. Para los que no sepan de qué demonios estoy hablando, me refiero al último trabajo del citado director. Es un retrato de los líderes latinoamericanos satanizados por los medios de los EEUU. Obviamente la mayor parte del pastel se lo lleva Hugo Chávez, que mal que bien (más mal, a decir verdad) es el más llamativo de todos. Después asoma Evo, con el referente importantísimo de ser (como diría una amiga, finalfuckingmente) el primer indígena al mando de su nación indígena. El resto del show se lo reparten Lula, los Kirchner, Correa, Lugo y Raúl Castro. A Chile ni se lo nombra y creo que esto se debe a que el público al que está dirigida la película es esa masa idiota de gringos víctimas de sus propios medios de comunicación, que creen que al sur de su triste muro no hay más que una horda de salvajes que bailan bien y que con cocos y lanzas quieren revivir Apocalypse Now. Desconozco la opinión que de Chile tengan en los EEUU pero estoy casi seguro de que no puede ser mala. Tal vez sientan ahora el chuchaqui moral de haber sido tan descaradamente pinochetistas y esto los obliga a ser condescendientes.
Como dije, el objetivo es el público gringo, pero a ningún latino le haría mal verla. Es una mirada, si bien no desapasionada, más alejada que la que cualquiera de nosotros podría brindar. Además nos muestra el obtuso punto de vista gringo sobre la situación, por ejemplo con la crasa ignorancia de una rubia presentadora de noticias que creía haber hallado la explicación al problema venezolano con el dato de que Chávez era drogadicto porque masticaba hojas de cocoa. En su ayuda salió su compañero a corregirla y decirle que eran hojas de coca, no de cocoa. Pero ni así lograron dilucidar lo que cualquier niño boliviano analfabeto y desnutrido sabe: que la coca es a la droga lo que la rubia citada a la inteligencia. Tuve que reír para no llorar…
Algo que hay que reprocharle a la película es la idealización de los personajes. Tal vez se deba a que para alguien inmerso en el aburridísimo mundo político estadounidense el despertar latinoamericano sea sencillamente fascinante y trascienda el pensamiento racional. La situación actual de Latinoamérica es única. Unos con políticas serias y otros con discursos populistas y añejos, pero todos con un nuevo objetivo que se llama como nosotros y habla español. La película se centra justamente en esto, la cara bonita de la moneda. Para ver la cara fea nos basta salir a la calle o leer el periódico. Apenas si se nombra la crítica situación de los derechos humanos en Venezuela, pero se recalca que en la misma materia el mayor aliado de los EEUU en el mundo, que es Colombia, está mucho peor. (Si no me creen lean sobre los falsos positivos). A Evo se le perdonan sus declaraciones calvo y homofóbicas. De Lugo no se dice que es parte activa del gremio de quienes son tratados de “padre” por los que no son sus hijos y de “tío” por los que sí lo son. De Correa… Bueno de Correa no se dice casi nada, pero se le da la oportunidad de hacer lo que mejor sabe: hablar. Si los EEUU quieren mantener la Base de Manta, no veo por qué no podríamos nosotros instalar una base ecuatoriana en Miami. Eso dijo, y me confirmó en mi teoría de que Silvio Rodríguez pre visualizaba a Correa cuando escribió sobre la mirada constante, la palabra precisa y la sonrisa perfecta.
La película en EEUU recibió críticas por parcializada. Y sí que lo es, pero no hay que olvidar que la objetividad es un mito, y tampoco veo que el director se haya dejado comprar. Para quienes hayan visto “Fidel”, del mismo Stone; este documental es la extensión al sur del ya citado. Tiene el mismo ritmo, donde los presidentes son los protagonistas y el director lo que hace es guiarlos a las aguas tranquilas de un retrato benévolo pero no proselitista. Michael Moore niega, Oliver Stone afirma. El trabajo de ambos es de lo más saludable para los EEUU y el mundo. Pero como John Lennon perdió la cabeza por Yoko Ono cuando en su muestra vio escrito simplemente “YES” en medio de la ola de negaciones de la sociedad, yo me quedo con Stone. El gringo está enamorado de nosotros. Dejémoslo que viva su idilio.