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17.3.10

Alicia apócrifa


onfío y espero que la nueva película del genial Tim Burton haya sido apenas un error ocasional de aquellos que hasta los más grandes cometen. Sólo quienes aciertan a morirse en el cenit de su carrera parecería que se libraran de toda falla y pasaran con expediente en blanco al panteón de ídolos pop (léase Che Guevara, John Lennon, Kurt Cobain, etc. y óbviese los necesarios detractores de cada una de esas figuras). A Burton la estadística le pedía que ya, por favor, se equivoque.
La sola idea de ver la obra de Carroll en manos de uno de mis directores predilectos; dios creador de un mundo-inframundo fascinante y además democrático como pocos, porque para todos hay, niños y adultos; me mantuvo por meses a la expectativa de la usualmente-por-mi-ignorada cartelera de los cines comerciales, si bien sabía perfectamente que antes de marzo de 2010 era imposible su estreno. Pero acabo de llegar del cine y debo decir que me siento desolado. No es el sentimiento aquel que vino después de ver El Retrato de Dorian Gray, semejante al que habrán sentido todos los habitantes de los grandes imperios de la historia al ver que su otrora gran nación sucumbe ante el embate de una horda bárbara y brutal. Ahora la pregunta es ¿qué le hicieron a Alicia? ¡Ese no es el relato lógico y casi matemático del lógico y matemático Lewis Carroll que extasía con sus maravillosos juegos de palabras y abstracciones! ¡Ésta era una película de aventuras y acción! En una obra como es esta, en la cual lo memorable son los parlamentos -constantes desafíos a la razón y llenos de maravillosa incongruencia- no se puede uno permitir el desperdiciarlos. Alicia no es sólo un manual de criaturas extrañas (dicho sea de paso, la gran mayoría de la fauna que Burton mete en Alicia en el País de las Maravillas no corresponde a este relato si no a A través del espejo y lo que Alicia encontró allí) como parece que lo entendió el director. Hay libros que por su escritura permiten concentrarse más en el todo de la historia que en minucias tales como lo que diga o deje de decir un disparatado sombrerero, libros en los cuales se pueden obviar ciertos detalles (hasta decenas de páginas, por ejemplo en Los Miserables) sin que la historia se vea mayormente afectada. Pero no es este el caso. Alicia es una obra que se la vive al instante, palabra por palabra. Mundos y criaturas extrañas existen al por mayor en la literatura. De hecho, la historia de una niña que sueña no me parece nada sobresaliente. Pero si en esos sueños conversa de la siguiente manera con un gato
-¿Por favor, podría indicarme qué dirección debo seguir?
-Eso depende -le contestó el gato- de adónde quieras ir.
-No me importa el lugar… -dijo Alicia.
-En ese caso –le contestó el gato- tampoco importa la dirección que tomes.
ya estamos hablando de otra cosa. La película despojó de todas sus joyas al relato, a excepción del acertijo sin solución del cuervo y el escritorio. Nada más, aunque (¿para compensar?) introduce una idea de Macchiavello como consejo del Caballero a la Reina Roja. Alicia fue asaltada por un motivo que desconozco. Si se tratase de otro director sería fácil culpar al afán de ganar dinero, pero Tim Burton había ya demostrado que, como Chaplin en su época, podía hacer películas inteligentes y que además generasen ingresos, rara mezcla.
El director de la película cayó en la tentación de escribir su propia Alicia, en esto no lo culpo, ¡quién no quisiera ser el creador de esa maravilla! Evidentemente en cada versión que se haga de una obra ya escrita quedará la huella de aquellos que trabajaron con el original. Lastimosamente la frontera entre homenaje y maltrato no es clara en medio de la bruma de las espinosas versiones libres. Creo que el cuento de Carroll sale maltratado de esta versión cinematográfica, puesta en función de la acción, la espectacularidad y la facilidad. Una versión más cerebral no podía ser más esperada.